Pelicula Argentina del año 1985, sobre la vida y el trabajo del Dr. Salvador Mazza.
Esta película muestra, como después de conocer las investigaciones de Carlos Chagas en Brasil, el médico argentino Salvador Mazza inicia sus investigaciones intentando completar el cuadro de esta enfermedad, y además plasma la denodada lucha de un “sanitarista” interesado en salvar la vida de gente anónima y sin cultura, para poder conseguir los subsidios y apoyos necesarios de una sociedad política hipócrita y una comunidad científica poco interesada.
Es un material ideal para su proyección en ámbitos comunitarios o educativos de la NES, para su posterior debate grupal.
RESUMEN:
La película se desarrolla en el Noroeste Argentino durante los años 20. El Dr. Mazza (Miguel Ángel Solá) un prestigioso científico, decide trasladarse a Jujuy con su esposa (Pastora Vega) y un equipo de colaboradores para realizar investigaciones sobre enfermedades infecciosas de la región. Después de un intenso trabajo consigue gracias a la colaboración y patrocinio del Dr. Arce, la dirección de la Misión de Estudios de la Patología Regional Argentina (MEPRA), creada oficialmente en 1928, bajo la cual comienza sus más importantes investigaciones.
El Dr. Salvador Mazza, quien se encontraba estrechamente relacionado con la docencia en el marco institucional de la prestigiosa Universidad de Buenos Aires, es presentado como un profesional trasgresor y obsesivo decidido a continuar las investigaciones del Dr. Chagas en el Brasil, quien postulaba la existencia de un insecto relacionado con una sintomatología que también presentaban nuestros pobladores del norte e intentaba relacionarlo con la causa de numerosas muertes en la región debido a problemas cardíacos. El filme muestra el carácter vivo y apasionado del protagonista, entrelazando la historia con algunas secuencias de su vida personal y conyugal (posiblemente ficticias) y también intenta mostrar que, si bien este mal es casi un patrimonio de los pobres, nadie está exento, hecho que se refleja en la muerte de uno de sus colaboradores que afecta profundamente al protagonista. A partir de un hecho puntual que resume la postura de sus colegas frente a sus nuevos planteamientos médicos, el Dr. Mazza decide renunciar a su cargo en la Universidad y hacer uso de sus contactos para desarrollar una importante investigación de campo. En su deambular por las zonas rurales, curando y educando a la población, comprueba las míseras condiciones de vida y detecta cómo sus viviendas de adobe constituyen el más importante foco de transmisión de la enfermedad. A través de la MEPRA, consigue la donación de un vagón de ferrocarril y un pase libre para trasladarse por todo el país. En ese vagón tiene un laboratorio y un consultorio completo y la producción científica que allí realiza gana el reconocimiento internacional.
La puja permanente que se da en el argumento, a lo largo de toda la película, se relaciona con el poder hegemónico de la Iglesia, la sociedad hipócrita de la época y la tradición del discurso médico positivista que se resiste a considerar una enfermedad ligada a una causalidad socio-económica que determina esta endemia. Gracias a sus esfuerzos y perseverancia y el apoyo de fieles profesionales orgullosos de haber sido sus colaboradores, Mazza logra reunir la cantidad necesaria de información y pruebas para crear un ambiente de aceptación ante la irrefutabilidad de las teorías expuestas primeramente por el Dr. Chagas y luego continuadas por él.
La expresión “quemar los ranchos” simboliza adecuadamente lo que se debería hacer si realmente se quisiera erradicar esta enfermedad de las zonas más pobres de Latinoamérica, darle a la gente la posibilidad de una vivienda digna, con materiales nobles y destruir para siempre esas chozas inhabitables; es una metáfora que significa poner un verdadero fin a tanta injusticia, cambiar de una vez las posibilidades de vida de sus pobladores y no simplemente pasar a desinsectar una vez al año y que todo continúe sin mayores cambios.
El Dr. Salvador Mazza, quien se encontraba estrechamente relacionado con la docencia en el marco institucional de la prestigiosa Universidad de Buenos Aires, es presentado como un profesional trasgresor y obsesivo decidido a continuar las investigaciones del Dr. Chagas en el Brasil, quien postulaba la existencia de un insecto relacionado con una sintomatología que también presentaban nuestros pobladores del norte e intentaba relacionarlo con la causa de numerosas muertes en la región debido a problemas cardíacos. El filme muestra el carácter vivo y apasionado del protagonista, entrelazando la historia con algunas secuencias de su vida personal y conyugal (posiblemente ficticias) y también intenta mostrar que, si bien este mal es casi un patrimonio de los pobres, nadie está exento, hecho que se refleja en la muerte de uno de sus colaboradores que afecta profundamente al protagonista. A partir de un hecho puntual que resume la postura de sus colegas frente a sus nuevos planteamientos médicos, el Dr. Mazza decide renunciar a su cargo en la Universidad y hacer uso de sus contactos para desarrollar una importante investigación de campo. En su deambular por las zonas rurales, curando y educando a la población, comprueba las míseras condiciones de vida y detecta cómo sus viviendas de adobe constituyen el más importante foco de transmisión de la enfermedad. A través de la MEPRA, consigue la donación de un vagón de ferrocarril y un pase libre para trasladarse por todo el país. En ese vagón tiene un laboratorio y un consultorio completo y la producción científica que allí realiza gana el reconocimiento internacional.
La puja permanente que se da en el argumento, a lo largo de toda la película, se relaciona con el poder hegemónico de la Iglesia, la sociedad hipócrita de la época y la tradición del discurso médico positivista que se resiste a considerar una enfermedad ligada a una causalidad socio-económica que determina esta endemia. Gracias a sus esfuerzos y perseverancia y el apoyo de fieles profesionales orgullosos de haber sido sus colaboradores, Mazza logra reunir la cantidad necesaria de información y pruebas para crear un ambiente de aceptación ante la irrefutabilidad de las teorías expuestas primeramente por el Dr. Chagas y luego continuadas por él.
La expresión “quemar los ranchos” simboliza adecuadamente lo que se debería hacer si realmente se quisiera erradicar esta enfermedad de las zonas más pobres de Latinoamérica, darle a la gente la posibilidad de una vivienda digna, con materiales nobles y destruir para siempre esas chozas inhabitables; es una metáfora que significa poner un verdadero fin a tanta injusticia, cambiar de una vez las posibilidades de vida de sus pobladores y no simplemente pasar a desinsectar una vez al año y que todo continúe sin mayores cambios.